donde toda mi estupidez y mis patologías cobran vida.

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10 agosto 2016

Comí algo rico y me acordé de ti.

Vi una película y pensé en ti.
Vi unos tenis y me acordé de ti.
Vi un tatuaje y pensé en ti.

Hay miles de detonadores que causan que una persona aparezca de la nada en nuestra mente. Algunos son recuerdos, como pasar por el pasillo de perfumería en el Palacio de Hierro y de repente oler a tu ex. Escuchar una canción y ponerte triste o tomar el libro favorito de tu abuelo y sentir que es él quien te lo está leyendo. Otros son actos de cariño genuino como estar en el cine y pensar "Esta película le mamaría a...".

Pasa con muchas cosas pero sólo pasa con tanto amor cuando se trata de comida.

Estar comiendo algo nuevo, delicioso y pausar ese deleite de todo lo bueno que está pasando en tu boca para pensar en otra persona es algo cabrón. La comida siempre es para ti, sí, puedes compartir, pero lo que pasa en tu boca es sólo para ti. Tomar ese momento tan íntimo y egoísta para agregar alguien más a la ecuación es saber que realmente amas a la otra persona. Puede ser tu novia, amigo, prima, papá, quién sea, el simple hecho de pasar de pensar "Qué rico." a "Uf, esto le encantaría a..." es lo que importa.

La comida es algo bien cabrón. Para aquellos que disfrutamos muchísimo comer y comer rico, un buen taco puede alegrar un día que estuvo del carajo y una mala hamburguesa hacer que todo valga madres.  La comida no sólo es "quitarnos el hambre", también afecta el animo y no sé ustedes, pero pocas cosas me ponen tan de malas como comer mal. Ser así y querer que alguien más experimente la misma felicidad que estás viviendo al comer lo que sea que estés comiendo te hace una gran persona y convierte a quien esté en tu mente en alguien muy afortunado.

Así que la próxima vez que estén comiendo y piensen en alguien por lo mucho que le pueda gustar ese platillo, díganselo. Si se lo dicen a ustedes, considérense queridos. Y si es un lugar que a los dos les encantó, pásenme el dato.




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