donde toda mi estupidez y mis patologías cobran vida.

_

26 noviembre 2009

Constituyentes, chúpame las bolas.

Constituyentes, calle que une el oriente con el poniente (creo). Calle que te lleva a Los Pinos, que algunos estudiantes de la Ibero y trabajadores de Santa Fe toman a diario. Calle que solía ser muy díficil y conflictiva pero que con el tiempo se fue arreglando y de cierta forma fue mejorando con eso que le quitaron los semáforos y retornos. Iba mejorando hasta que la tuve que manejar diario para ir a trabajar.

Empecemos con un poco de contexto en mi vida: Problemas familiares, 2 semanas de trabajo que estoy seguro si alguien de derechos humanos hubiera estado presente se habría levantado algún tipo de demanda para que me dejaran de explotar así. 2 semanas en las que nunca salí antes de las 3am y en ocasiones ni salí. Sumémosle el frío, seguro alguna cagada por ahí con una mujer, un sueldo mediocre y que cada que me veo en el espejo me siento gordo.

Tonces pues su humilde anfitrión no la pasaba bien y tenía que llegar muy temprano a trabajar para ajustar las últimas cosas de la presentación. Salgo con chingos de tiempo, estoy todo orgulloso de que voy a llegar bien y de repente veo que un camión de pasajeros (no microbus) empieza a meterse a mi carril…conmigo ahí. Hago lo que cualquier mexicano con sentido común haría y le re miento su puta madre con el claxon. Se frena, rodeo tantito para mantener mi lugar y ahí llega a la conclusión de “me vale pito” y me abolla y raya toda la parte de atrás del coche. Me enojo, me orillo y cuando me estoy bajando del coche veo que él no se orilla y se sigue.

Importante: ahí alcanzo a ver a un guey que se asoma por la ventana.

Veo que se va y como suelo tomar decisiones bien chingonas en momentos de presión y estrés, decido perseguirlo corriendo en vez de subirme al coche. Bien, me disfracé una vez de Flash y ya me la creí, pura madre pero ahí iba yo corriendo como si mi calificación de Educación Física dependiera de ello. Cada zancada acompañada de un “¡Párate puto!” “¡Bájate hijo de la verga!” y como era de esperarse no lo alcancé. Después de 3 cuadras en las que Usain Bolt me la hubiera pelado cabrón, decido regresar al coche para continuar con la persecución utilizando el vehículo que puede avanzar mucho más rápido que yo. Voy un poco cabisbajo y una señora que vio todo me grita: “¡Te amo!” lo cual me deja un poco perplejo pero sé que hay algo interesante ahí, por lo que le pregunto “¿Perdón?” y me dice “¡Sí, ahí hay una patrulla, diles diles! Por el amor de Dios DIILLLEEEEEES!!!” Le contesté que también la amaba y procedí a decirle a la patrulla que un camión ojete me había chocado, su respuesta: “Súbete y vamos por ese cabrón”.

Por primera vez me pude subir en la parte de atrás de una patrulla, sin esposas, consciente y sin miedo a los cargos que se me iban a levantar. Les di los datos del camión y comenzó la persecución tipo película de Michael Bay… en el tráfico de las 9 de la mañana. Básicamente se veía así.

Pero con explosiones.


En medio de esta locura de proporciones bíblicas, empiezo a notar que hay más de un camión igual al que me había chocado lo cual me preocupa un poco, aún así tenía un dato infalible, más importante que las placas o haber visto al chofer. Justo antes que me chocara, nos dimos cuenta (el amigo que iba conmigo y yo) que el camión tenía un vasito de unicel pegado en la parte de atrás. Nos reímos, dijimos mira qué cagado y luego nos llevó la chingada. Ahí voy buscando el puto vasito de mierda, lentos, lentísimos y vemos al camión. Lo paramos y justo cuando nos estamos bajando y se está bajando el chofer, veo que pasa otro camión igualito y se asoma por la ventana el mismo hijo del ano (se me van a acabar las groserías e insultos si sigo así) que había visto la primera vez. Les aviso a mis Eriks Estradas y continuamos the pursuit. Nos cerramos, ponemos torreta, le gritamos y nada, la pesecución empieza a adentrarse en la carretera a Toluca y finalmente lo paramos. Me bajo orgulloso de que lo agarramos, confiado con mis dos policias y listísimo para ponerme bien pero BIEN pendejo.

Es aquí cuando the shit hits the fan. Amo esa frase, es una imagen que en realidad logra simbolizar ese momento y sentimiento siempre que la usas. Se baja el chofer, un gordo hijo de perra acompañado de, no sé, ¿15 policías federales? Los cuales bajan con mi misma actitud pero con armas. “¡Qué pedo pinche güero!” “¡Qué te pasa pendejo!” “No sabes lo que estás haciendo” bla bla bla. Me escudo detrás de mis dos oficiales, y veo que se para otro camión idéntico del cual se bajan unos, no sé, ¿15 policías federales? Y se unen a la mentadiza de madres.
Tengo que aceptar que ahí ya me empecé a preocupar porque sí me vi vergueado y tal vez, sólo tal vez, enterrado vivo. Pero mis siempre confiables policías me tranquilizaban y me decían “Tú tranquilo, no importa lo que te digan estos gueyes, que no los podemos parar lo que sea, el chofer no es federal y a ése sí nos lo llevamos a la chingada” Bien, eso me daba algo de ánimo, pero había otros problemas:

1. Nunca vi la cara del chofer.
2. No tenía las placas del camión.
3. Eran varios camiones iguales.
4. Ninguno de éstos tenía el puto vasito.
5. Ninguno de éstos tenía un choque.
6. El que se asomó por la ventana ya era igualito a todos.
7. Yo era un güero.
8. En ocasiones sí aprecio eso de estar vivo.

Se baja su comandante a arreglar las cosas, mientras me mienta la madre. Me informa que son un convoy de 7 camiones, SIETE PUTOS CAMIONES, llenos de federales que van a su base y por cuestiones de seguridad no los puedo tener parados a la mitad de la carretera. Así que si no tengo la cara del chofer, las placas del camión o el camión chocado se van. Entra otra vez mi eterno defensor a decirle: “De acuerdo, llévate los camiones a tu base y en el camino métete esto por el culo” Saca la macana y le empieza a reventar la cabeza. Me saco de onda muy cabrón porque atrás mío vienen 3 culeros con metralleta y se empiezan a dar en la madre mucho muy mal. Tengo que aceptar que tal vez visto desde afuera pudo haber tenido un aire a Loca Academia de Policías pero metido en la madriza no la pasé nada bien. Sólo visualicen a 30 federales repartiendo madrazos a 2 policías de transito y un güerito. Afortunadamente para nosotros, en ese momento llegaron 2 camiones llenos de los nuestros y se armó una mega mamada de putiza de la cual salimos victoriososo, con mi coche arreglado, no pagué nada, tengo la cabeza del chofer colgada en mi cuarto y 17 uniformes de Policia Federal para vender o para Halloween.

Bueno, eso no fue EXACTAMENTE lo que pasó pero hubiera estado a todísima madre. En realidad lo que le dijo fue “De acuerdo, llévate los camiones a tu base, nosotros ahorita vamos y él (yo) los va a ver uno por uno hasta que vea cuál fue el que le pegó”. Chingón, se subieron y se largaron.

Ahí fue cuando nos dimos cuenta que no había nada que hacer ya que mi aliado policia me dijo que seguramente en lo que llegábamos nosotros iban a limpiar todos los camiones y me la iba a pelar. ¡¡¡¿DÓNDE ESTÁ GRISSOM CUANDO LO NECESITAS?!!! Pero seguramente si había que buscar semen con luz negra hubieramos ido y hubieramos ganado. Así que sólo faltaba debatir si convenía llamar al seguro o arreglar el coche por mi parte, cosa que estoy haciendo y llevo 2 semanas pidiendo aventones, caminando como estúpido, en taxi, en burro, en los hombros de mi tío, en las nalgas de tu hermana, todo eso gracias a esa bella calle llamada Constituyentes.



Chiste para mis amigos publicistas.

Durante la persecución dentro de la patrulla, el policía se voltea y me pregunta que qué hago. Le contesto que trabajo en una agencia de publicidad, y me dice “sí, tienes cara de que trabajas en eso de la creatividad, yo tengo una ex novia que trabaja en Walter. Bien grifa esa vieja, hace poco hizo un anuncio de Kellogg’s donde el personaje se llama Marcelo y me dijo que le puso así por mí, yo me llamo Marcelo”. Si esto no es una de esas chingaderas que sólo me pasan a mí, no sé qué putas es.


Otra historia parecida aquí a continuación. Dele pa bajo.

5 comentarios:

  1. Jajajajajajaja chúpame las bolas Ciudad de México... qué bueno que existen los publicistas para contar historias de a verdá, de esas que si te tocan el corazón y te arrancan una lagrimita.

    ResponderEliminar
  2. Carajo. En serio que eso sólo pasa en México. Encima ni siquiera te dieron el nombre de la chava de Walter.

    ResponderEliminar
  3. Yo sí la conozco y es una fichita.

    ResponderEliminar
  4. Cada que leo esto me muero de risa. Ojalá más choques en la ciudad fueran reseñados así

    ResponderEliminar
  5. Hoy... me pasaron cosas de la chingada y ésto... ésto me recordó que me pudo haber ido peor, espero que tengas a tu zanassi de bolsillo para este tipo de situaciones.

    ResponderEliminar